Todas las culturas y civilizaciones han dado gran importancia a lugares donde honrar y recordar a sus antepasados. En Canarias, antes de las llegada de los europeos, los aborígenes ya enterraban a sus muertos en sitios especiales y significativos. Tras la conquista, se impuso la costumbre cristiana de depositar a los difuntos en lugar sagrado: iglesias, ermitas, conventos o en sus alrededores.
Una Real Orden de 1787 establecía, por razones higiénico-sanitarias, la ubicación de los cementerios en las afueras de las ciudades. Pero en Canarias, tanto por arraigo popular como por penuria económica, esta disposición legal no tuvo efecto. Un viajero francés, Ledrú, que visitó la iglesia de la Concepción de Santa Cruz de Tenerife en 1796, dejó escrito: “¿Por qué se conserva aquí el uso detestable de convertir en cementerio el templo de la Divinidad? El pavimento de esta iglesia no es sino una serie continua de tumbas, unas cubiertas con simples ladrillos y otra con mármoles orgullosos”. Fue la imperiosa necesidad la que hizo cambiar las cosas de forma definitiva.

En 1810 las islas sufrieron una devastadora epidemia de fiebre amarilla. Las iglesias, las ermitas y los conventos no pudieron hacerse cargo de la gran cantidad de fallecidos, por lo que las autoridades de Santa Cruz y de Las Palmas se vieron forzadas a elaborar con urgencia cementerios municipales. En ese mismo año de 1810 aparece ya en Santa Cruz de Tenerife, localizado a las afueras de la ciudad de aquel entonces por el sur, el cementerio de San Rafael y San Roque. Al año siguiente se construye en el límite sur de la ciudad de Las Palmas otro cementerio. Ambos lugares, con el tiempo, se verían adecentados con verdaderas obras de arte en tumbas y panteones de las familias más pudientes.

La comunidad protestante asentada en las ciudades portuarias canarias se vio también en la necesidad de depositar a sus difuntos en lugares apropiados. En 1837 se inaugura el Cementerio Inglés de Las Palmas, ubicado en lo que hoy es la ladera y el barrio de San José, en aquel entonces, alejado del casco urbano amurallado. Por esas mismas fechas, en Santa Cruz de Tenerife, en el lado oeste del cementerio católico y comunicado por un pequeño paseo, se edificó un cementerio protestante.

El camposanto de Santa Lastenia, actual cementerio de Santa Cruz de Tenerife, entró en funcionamiento durante las segunda década del siglo XX, cuando el viejo de San Rafael y San Roque ya no daba más de sí.
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¡Qué magnífica entrada!
¡Muchas gracias, Blanca!