La evolución de cualquier entidad o corporación queda de alguna manera definida si nos fijamos en las edificaciones que a lo largo de su historia han funcionado como sus sedes principales. Un ejemplo palmario de esto lo encontramos en la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Santa Cruz de Tenerife, que empezó su andadura en unos bajos de un modesto edificio de tipología ecléctica de principios del XX y que hoy ocupa un extraordinario edificio de factura contemporánea y diseño vanguardista, todo él revestido de piedra extraída de la singular montaña majorera de Tindaya. Casi ochenta años entre ambas construcciones, entre tanto, dos sedes más que fueron cubriendo las crecientes necesidades de la entidad financiera a lo largo de sus distintas circunstancias históricas.
Las cajas de ahorros y montes de piedad fueron durante largo tiempo el lugar donde muchos canarios guardaron los ahorros de toda su vida. Estas entidades, en un principio, contaron con un claro propósito de ayuda a los menos favorecidos de la sociedad. Ofrecían préstamos de dinero a bajo interés que permitían a las clases trabajadoras el acceso a la financiación de sus necesidades. Así, muchos se liberaron en parte de las redes implacables de la usura. Además, estas corporaciones cooperaron de forma activa en la realización de obras de carácter social, tales como asilos, guarderías infantiles, colegios, recintos deportivos, viviendas sociales, etc.
Los orígenes de las cajas de ahorros los encontramos en aquellas antiguas instituciones benéficas surgidas durante la Baja Edad Media: pósitos, arcas de limosnas, montes de piedad y otras organizaciones de carácter público o religioso, todas dedicadas a hacer acopio de bienes básicos y prestarlos en condiciones módicas a los más necesitados.

En España la primera caja de ahorros moderna que comenzó a funcionar como tal (sin ánimo de lucro, con finalidad social y marcado carácter territorial) fue la de Jerez, constituida en 1834; cuatro años más tarde aparecería la de Madrid. Durante estos primeros momentos el posible lucro mercantil obtenido por estas instituciones era inmediatamente reinvertido en obras destinadas a paliar la pobreza. Pero las cosas fueron cambiando con los años y durante buena parte del siglo XX las cajas de ahorro, poco a poco, se despojaron de su inicial carácter benéfico y pasaron a convertirse en entidades totalmente integradas dentro del sistema bancario. Tras la burbuja inmobiliaria que dio paso a la desastrosa crisis económica de 2008, la mala gestión de estas entidades y las injerencias políticas en ellas, fueron algunos factores que las llevaron en muchos casos a su desaparición o, en otros, a su absorción por empresas con mucho mayor músculo financiero.

En Canarias los antecedentes de las cajas de ahorros se remontan al siglo XVII. Se crearon entonces algunos montes de piedad o arcas de misericordia fundados a partir de las donaciones realizadas por acaudalados propietarios asentados en los principales núcleos comerciales de las islas, concretamente en Garachico y Santa Cruz de La Palma. Pero no fue hasta mediados del siglo XIX cuando en la ciudad de Las Palmas, con el impulso del Gabinete Literario, se creó, bajo pautas estrictamente burguesas, una entidad con el nombre de Cajas de Ahorros y Socorros que abrió sus puertas en 1851. Se mantuvo activa unos seis años y su fracaso se debió a disputas internas en el seno de su junta directiva. Habría que esperar hasta 1939, al final de la Guerra Civil, para que se creara la denominada Caja Insular de Ahorros de Canarias en Las Palmas, entidad que tuvo una enorme implantación a partir de entonces.
La Caja General de Ahorros y Monte de Piedad de Santa Cruz de Tenerife surgió, tras varios intentos, al amparo de una Real Orden del Ministerio de Gobernación de 13 de abril de 1910, según sus estatutos fundacionales, que habían sido confeccionados y remitidos al Ministerio de Trabajo dos años antes. El 15 de marzo de 1911 abrió al público la primera oficina de la entidad en la esquina de las calles Juan de Padrón con Carmen Monteverde (antigua calle Santa Isabel), en los bajos de una edificación, hoy desaparecida, propiedad de uno de sus impulsores, Enrique Pérez Soto.

Los inicios fueron prometedores hasta el parón que supuso el estallido de la Primera Guerra Mundial. Una vez finalizado el conflicto, la Caja de Ahorros de Santa Cruz de Tenerife experimentó un notable crecimiento a lo largo de los años veinte, lo que la llevó a abrir sucursales en La Laguna, La Orotava y Güímar, además de una nueva sede mucho más holgada y moderna, sita en la calle Pérez Galdós de la capital tinerfeña.

Es a partir de ahora cuando la sede principal comienza a conformarse como un elemento importante tanto desde el punto de vista urbano como social. La nueva edificación tenía que dejar resuelto dos aspectos primordiales: por un lado, la funcionalidad, con oficinas adecuadas y mobiliario específico; y por otro, la representatividad, con construcciones dotadas de cierta prestancia.

Tras la Guerra Civil y la superación del bache económico consiguiente, la Caja, durante los años centrales del siglo XX, mantuvo un crecimiento estable que la llevó a la construcción e inauguración de una nueva sede en 1957, esta vez localizada en la plaza de Santo Domingo. El nuevo edificio representaba una imagen corporativa de mucha mayor envergadura.

Fue entonces cuando la entidad amplió su actividad por toda la isla de Tenerife, centrando su gestión en el monte de piedad y en las libretas de ahorro. Además, asumió, junto a las autoridades locales, el compromiso de paliar el problema de la vivienda de aquel entonces, dando atención preferente a los préstamos con garantía hipotecaria, en colaboración con el Instituto de Crédito y la Confederación de Cajas de Ahorro Benéficas.
Durante las décadas de los sesenta y setenta Canarias experimentó una coyuntura económica propicia al amparo del tirón turístico. Esto llevó a la Caja a una nueva expansión, instalándose en La Gomera y El Hierro, adquiriendo un carácter provincial que se completó en 1984, cuando se llevó a cabo la fusión con la Caja Insular de Ahorros de La Palma. Desde entonces se estableció la denominación comercial de CajaCanarias, con una renovada imagen corporativa que alcanzó una enorme dimensión.
Fue durante este apogeo cuando, proyectando la imagen que se quería ofrecer, la entidad se trasladó en 1987 a la actual y espectacular sede levantada en la plaza del Patriotismo, obra que por sus variadas características entra, sin duda, en el capítulo de las construcciones más singulares y monumentales de la ciudad. Aquí, además de albergar las oficinas de la entidad, se habilitó el Espacio Cultural que rápidamente se convirtió en una referencia, acogiendo tanto en su sala de exposiciones como en su auditorio, importantes actos de diversa índole e intervenciones de ilustres personalidades de las ciencias, las artes, la literatura, el teatro, la música, el pensamiento, la política, la economía, la justicia o las relaciones internacionales, entre otros ámbitos del conocimiento. Muy lejos en el tiempo quedó aquel primer local de la esquina de la calle Juan de Padrón con Carmen Monteverde.

Si quieres conocer algo más sobre las cuatro sedes principales y otros aspectos de la antaño llamada Caja General de Ahorros y Monte de Piedad de Santa Cruz de Tenerife, luego conocida como CajaCanarias, hoy integrada en la corporación Caixabank, solo tienes que acceder a los siguientes enlaces:
Antigua Caja de Ahorros y Monte de Piedad I
Antigua Caja de Ahorros y Monte de Piedad II
Hogar Escuela María Auxiliadora