La palabra “recova” es definida por el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (RAE), en su segunda acepción, como: “Lugar público en que se venden las gallinas y demás aves domésticas”. En Canarias tiene un significado mucho más amplio. Aquí las recovas son verdaderos mercados de abastos, ya que en ellas también se venden verduras, frutas, carne, pescado y todo tipo de productos perecederos.
Los mercados, como lugares comunitarios de importancia que son, desde siempre se han instalado en espacios estratégicos de las tramas urbanas. Ocuparon ágoras griegas, foros romanos, explanadas de templos, plazas de catedrales de las ciudades amuralladas medievales, zocos musulmanes, logias renacentistas, etc.
Fue en el siglo XVIII, con la Ilustración y las mejoras higiénico-sanitarias, cuando se comenzaron a proyectar soluciones arquitectónicas novedosas para estos recintos. A partir de ese momento se incorporaron nuevas estructuras enclaustradas que resguardaban las mercancías de las inclemencias del tiempo, dotándose de elementos de precisión contrastados (pesas y balanzas) que velaban por la justa transacción. Con la construcción de los nuevos espacios delimitados, las autoridades pudieron mantener un control recaudatorio sobre las mercancías y los comerciantes que utilizaran las dependencias.
Los mercados canarios han seguido una dinámica histórica similar a los del resto del mundo. En un principio, las recovas se instalaron en las principales plazas de las nuevas urbes insulares: en Las Palmas, en la Plaza de Santa Ana; en La Laguna, en la del Adelantado. Con la llegada de las ideas ilustradas se erigieron, ya a mitad del siglo XIX, sobrias edificaciones que cumplieron con su finalidad de utilidad pública; tal fue el caso de la Recova Vieja de Santa Cruz de Tenerife (1851) y del Mercado de Las Palmas en Vegueta (1857). A estos recintos se añadieron, años más tarde, otros levantados en hierro, nuevo material de moda por aquel entonces, que ahorraba tiempo y dinero en su construcción, al ser un producto seriado y preparado para su montaje.
Como ha sucedido siempre, los centros de abastecimiento alimentario, ya en el siglo XX, ayudaron a desarrollar importantes zonas urbanas. Tal fue el caso del mercado “Nuestra Señora de África” (1943), que tras situarse al otro lado del barranco de Santos, abrió nuevas posibilidades en ese sector de la ciudad de Santa Cruz de Tenerife. En tiempos recientes se han ido construyendo nuevos complejos, cada vez mayores, en forma de mercados centrales y grandes superficies de distribución (Mercatenerife y Mercalaspalmas).
Vamos a darnos una vuelta por la historia de las recovas de la capitales canarias, lugares de enorme personalidad y donde se conecta el mundo rural con el urbanita. En ellos, cada día no solo se realizan transacciones comerciales, sino también variadas e importantes relaciones sociales que ponen de manifiesto el latido vital y cotidiano de la comunidad.
Santa Cruz de Tenerife:
Mercado de Hierro (La Abejera)
Mercado Nuestra Señora de África
Centro Comercial Nuestra Señora de África
Las Palmas: