Una de las características más relevantes de la ciudad de Santa Cruz de Tenerife es su rica y variada vegetación, destacando, de forma especial, su arbolado. Pero hoy no nos vamos a detener en sus espectaculares laureles de Indias, ni en sus frondosos flamboyanes, ni en sus extraños y llamativos ficus, ni en sus jacarandás, ni siquiera en sus exuberantes tuliperos del Gabón; nos centraremos, en esta ocasión, en un legendario, soberbio y exótico árbol baobab (Adansonia digitata) que estuvo ubicado en una huerta localizada en lo que por aquel entonces se denominaba callejón del Judío. Desconocemos de dónde llegó y cuándo fue plantado, pero sí sabemos que desapareció a comienzos de los años ochenta del siglo XIX y que asociada a él, se mantuvo una extraña leyenda.
El callejón del Judío era un pequeño pasadizo, sórdido y mal iluminado, de menos de dos metros de anchura que comunicaba la calle del Pilar con la del Norte (hoy Valentín Sanz), haciendo frente a la Plaza del Príncipe. Vendría a discurrir por la actual calle del Adelantado, cuya apertura y ensanche en 1882 provocó la transformación de la zona y la desaparición del magnífico baobab.
Fue una pena, ya que el exótico ejemplar botánico era admirado y conocido no solo por la población local, sino también por los viajeros nacionales e internacionales que visitaban la capital. Sorprendía por su enorme porte, por sus espectaculares ramas de donde brotaban unas llamativas flores blancas y por sus alargados frutos conocidos popularmente como «pan de machango».
Sobre este baobab, ejemplar único en ese momento en Canarias, se forjó, además, una curiosa leyenda en la que nos encontramos a los siguientes protagonistas: el propio árbol, una vieja que hace de narradora, un bebé con su aya y, por último, un espécimen de hembra de simio; esto es, una mona.
Si quieres conocer algo más sobre este sorprendente árbol y su curiosa historia, no tienes sino que acceder al siguiente enlace:
Hoy, en recuerdo de este hermoso ejemplar, los santacruceros y santacruceras pueden disfrutar de otro de la misma especie (también conocida como «pan de mono», de ahí la leyenda), en el cruce de la Calle de El Pilar con la Calle Suárez Guerra, un poco más arriba de donde se encontraba el original. Este fue regalado por el Consulado de Senegal, en 1999, con el fin de recuperar la memoria histórica del magnífico árbol del que se habla en esta entrada. Por cierto, como dato de interés -y muy triste-, el pasado noviembre, fue vandalizado con una inscripción hecha en su tronco. Es muy necesario este proyecto que realiza con tanta eficacia y genialidad la Biblioteca de Canarias, pues todo lo que se conoce, es mucho más difícil de destruir. Gracias.
Muchísimas gracias por tu aportación, Blanca, es muy interesante lo que comentas. Un cordial saludo.