Calle Triana para acá y para allá; calle del Castillo para arriba y para abajo. En esta situación nos hemos visto casi todos en algún momento, ya fuera al ir de compras, de paseo o las dos cosas a la vez. Triana en Las Palmas de Gran Canaria y Castillo en Santa Cruz de Tenerife se configuran como arterias por donde circula la auténtica sustancia ciudadana de las capitales canarias. Vitales, llenas de actividad social y económica, son el reflejo del pulso activo de ambas poblaciones. Lugares de ajetreo, encuentro, comercio, ocio y escenario donde se han desarrollado acontecimientos históricos de gran importancia para ambas ciudades.
La Calle Mayor de Triana la encontramos ya diseñada en el siglo XVI, cuando surge como prolongación hacia el norte del primer asentamiento del Real de Las Palmas, al otro lado del barranco de Guiniguada. Desde ahí se fue desarrollando hasta la muralla que cerraba la ciudad por ese flanco. Cercana al puerto de entonces, la vía desde muy temprano tuvo un fuerte carácter bullicioso y mercantil, características que se han ido incrementado con el paso de los años.
La calle del Castillo en Santa Cruz de Tenerife nació en el siglo XVI y adquirió su desarrollo definitivo a lo largo del XIX. Surgió muy cerca del mar, desde un lateral del Castillo de San Cristóbal, fortaleza que le dio su nombre. Poco a poco fue creciendo cuesta arriba a la vez que lo hacía la propia ciudad. Su recorrido actual queda enmarcado entre dos espacios de gran valor urbano: las plazas de La Candelaria y la de Weyler.
Triana y Castillo han sido lugares de residencia de personajes relevantes de la historia local, erigiéndose a lo largo de sus recorridos edificaciones públicas y privadas de enorme importancia. Arquitectura tradicional, modelos ilustrados y románticos, eclecticismo, estampas racionalistas, construcciones historicistas, arquitectura de estilo internacional y posmoderno, son los variados estilos que podemos observar en estas calles que se configuran como escaparates que muestran la diferente arquitectura que se ha elaborado en las islas.
En ambas calles los transeúntes se han desplazado primero a pie o a lomos de animales, en carros y carruajes; luego las recorrieron medios de transportes que se deslizaban sobre raíles, para más tarde circular por ellas los automóviles particulares, taxis y guaguas. Hoy, totalmente peatonalizadas, las calles de Triana y del Castillo, cada una con su idiosincrasia, mantienen el pulso vivo de la actividad cotidiana de sus ciudades.
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