A pesar de que el paso del tiempo ha hecho desaparecer significativos ejemplos del rico patrimonio arquitectónico ligado al mundo de las ermitas, podemos afirmar que tanto Las Palmas de Gran Canaria como Santa Cruz de Tenerife cuentan en la actualidad con un variado catálogo de este tipo de pequeñas edificaciones religiosas; la mayoría de ellas activas, algunas transformadas en templos parroquiales o conventuales y, las menos, en un estado lamentable pero todavía en pie.
Las ermitas tuvieron en Canarias durante más de trescientos años un papel primordial desde el punto de vista religioso, social y económico. Estos diminutos y a la vez sagrados edificios fueron, en muchas ocasiones, el primer paso para la organización eclesiástica (tan importante durante el Antiguo Régimen) del territorio. En lo referente al cariz social, las ermitas fijaron población de forma sistemática en torno a ellas, surgiendo primero caseríos, y más tarde, ocasionalmente, barrios a los que dieron nombre. Por último, en lo económico, fueron lugares en los que se centraba la actividad agraria de un sistema disperso de explotación, basado primero en la caña del azúcar y más tarde en el cultivo de la vid.
Las formas de estas simples construcciones parecen adaptarse con naturalidad al paisaje tanto rural como urbano donde se asientan. Su carácter popular de clara inspiración mudéjar, pocas veces manifiesta rasgos académicos. Son sencillos volúmenes realizados en la mayoría de los casos por anónimos maestros de obras y alarifes que lograron edificar con materiales básicos (piedra y madera) verdaderas joyas constructivas de una sola nave, cubiertas por artesonados de madera y tejas, con fachadas encaladas donde encontramos sobrias portadas y hermosas espadañas.
Todos los estratos sociales participaron en las fundaciones y patronazgos de ermitas: el clero, conquistadores y militares, propietarios rurales, cofradías o asociaciones gremiales (marineros, carpinteros, pedreros, etc.), y también clases populares que, asociadas en comunidad, las erigieron como elementos protectores contra epidemias y calamidades; sin olvidar algunas iniciativas particulares de indianos retornados.
Si quieres conocer algo más sobre estas peculiares construcciones del rico patrimonio arquitectónico religioso de las capitales canarias, sólo tienes que acceder a los siguientes enlaces:
Las Palmas:
- Ermita de Santa Catalina
- Ermita de Nuestra Señora de La Luz
- Ermita de San Antonio Abad
- Ermita de Los Remedios
- Ermita de San Sebastián
- Ermita de San Telmo
- Ermita de San Roque
- Ermita de San Marcos Evangelista (Nuestra Señora de los Reyes)
- Ermita del Espíritu Santo
- Ermita de San Justo y Pastor
- Ermita de San Pedro Mártir (Iglesia de Santo Domingo de Guzmán)
- Ermita de la Vera Cruz (Iglesia de San Agustín)
- Ermita de Nuestra Señora de la Concepción (Convento de San Bernardo)
- Ermita de San Cristóbal
- Ermita de Nuestra Señora de los Ángeles, de la Asunción o de Salvago (Tafira)
Santa Cruz:
- Ermita de la Consolación
- Ermita de San Telmo
- Ermita de San Sebastián
- Ermita de Regla
- Ermita de Santa Catalina (Taganana)
- Ermita de Santiago Apóstol de Benijo
- Ermita de San Gonzalo Amarante (Hacienda de Las Palmas de Anaga)
- Ermita de Santa Teresa de Jesús en Las Breñas de Anaga
- Ermita de Santa Teresa de Jesús (Hacienda de las Higueras o de los Auchones)
- Ermita de la Consolación (Convento dominico de la Consolación)
- Ermita de Nuestra Señora de la Soledad (Iglesia de San Francisco)
- Ermita de la Santísima Cruz
- Ermita de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre (Taganana)