Pocas especies vegetales están envueltas en una aureola tan legendaria como los dragos. Su extraña apariencia ha provocado que desde antiguo se les haya vinculado a seres fabulosos. El propio nombre, del latín draco, está relacionado con la leyenda del fantástico dragón de múltiples cabezas encargado de custodiar las manzanas de oro del mitológico Jardín de las Hespérides, idílico lugar que los clásicos situaron en las islas Canarias.
A pesar de que el ámbito natural de los dragos son las escarpadas laderas de los barrancos expuestas al influjo de los vientos alisios, su presencia “domesticada” en parques y jardines urbanos es cada vez más usual en las poblaciones de Canarias. La ciudad de Santa Cruz de Tenerife cuenta con algunos magníficos ejemplos de estos dragos “urbanos”; pero lo que realmente hace destacable al municipio en este asunto es el gran número de extraordinarios ejemplares de esta especie que viven en estado salvaje en el macizo de Anaga y que representan un extraordinario tesoro natural digno de mención y salvaguarda.
Drago es el nombre vulgar de Dracaena draco, especie de planta perenne de porte arbóreo de la familia Asparagaceae. Su tronco es recio y se ramifica en múltiples brazos en cuyos extremos se desarrolla un follaje siempre verde de hojas dispuestas en manojos. Algunos ejemplares se caracterizan por alcanzar un gran porte, superando los 20 metros de altura, y también por presentar una peculiar copa en forma de nube de hongo. Su desarrollo es lento y, por regla general, pueden llegar a ser centenarios. Viven de forma natural en los archipiélagos macaronesios (Madeira, Canarias y Cabo Verde) y en el anti Atlas marroquí. En otros territorios muy alejados de nuestra realidad geográfica existen otras dracaenas afines; en concreto en África oriental (en el entorno del Mar Rojo y el Cuerno de África), en la península de Arabia y en la isla de Socotora, en el Índico. En Canarias, su ubicación natural suele estar localizada entre los 30 y los 800 metros de altura sobre el nivel del mar, en el ámbito de los dominios del bosque termófilo y en las zonas altas del tabaibal-cardonal.
Su savia, la famosa “sangre de drago” (nombre dado por su color rojo), fue muy apreciada desde la Antigüedad por su calidad medicinal a la hora de cicatrizar heridas y fortalecer las encías. También fue utilizada en la fabricación de lacres, tintes y barnices. Los aborígenes la empleaban como aislante e incluso como tinte capilar. Las hojas y raíces las usaron en cestería, cordelería o para confeccionar redes de pesca. Con su corteza fabricaron hondas, tambores, panderos, recipientes domésticos y escudos; además de confeccionar con ella rústicos recipientes para depositar sus restos mortales. Más tarde, los colonos europeos usaron las hojas de drago para el forraje del ganado; sus troncos y ramas ahuecadas fueron empleadas para corchos de colmenas y huroneras. Hoy en día el drago tiene una fuerte carga vinculada a la identidad sociocultural de Canarias y tal vez sea, junto a la palmera, el organismo vegetal más significativo del Archipiélago.
Si quieres conocer algo más sobre los dragos más relevantes de Santa Cruz de Tenerife, tanto los que se encuentran en ámbito silvestre como urbano, sólo tienes que acceder a los siguientes enlaces:
Dragos del Roque de las Ánimas