Las bibliotecas, como puertas de acceso a los conocimientos y a la cultura que son, desempeñan una función fundamental en la sociedad, no sólo garantizando la permanencia y la existencia de un registro de conocimientos creados y acumulados por las generaciones pasadas, sino ofertando nuevos recursos para desenvolvernos en el presente y estar mucho mejor preparados para el futuro. Son muy variados los tipos de bibliotecas que hoy existen, pero todas ellas tienen la misma función: poner sus recursos y servicios a disposición de las personas usuarias para así ofrecer la oportunidad de aprender y dar forma a nuevas ideas. Por ello se convierten, sin ostentación, en elementos esenciales y vitales dentro de una sociedad creativa e innovadora.
Las importancia de las bibliotecas viene de antiguo. Ya existían en los templos de las ciudades mesopotámicas, donde se custodiaban documentos escritos sobre tablillas en escritura cuneiforme ligados a la actividad religiosa, política, económica y administrativa. En el mundo clásico las bibliotecas alcanzarían gran relevancia, de manera especial en la Grecia del periodo helenístico con el nacimiento de grandes bibliotecas legendarias como la de Alejandría o la de Pérgamo, creadas con el propósito de reunir todo el conocimiento social de su tiempo y ponerlo a disposición de unos pocos eruditos; aunque fue en Roma donde se creó la primera biblioteca pública de la que hay constancia.
Durante la Edad Media la cultura se refugia y custodia en las bibliotecas de monasterios y escritorios catedralicios y, más tarde, se irradiará a través de las primeras universidades. Ya en el Renacimiento, con la entrada en acción de la imprenta, la difusión bibliográfica de los nuevos ideales humanistas tuvo que ser contenida por instituciones y administraciones que veían en esas nuevas formas de pensar un verdadero peligro para su supervivencia. Surgen las bibliotecas eruditas y, ya en el siglo XVIII, las bibliotecas nacionales que controlaron, a partir de entonces, lo que se publicaba en cada uno de sus estados.
Pero fue durante el siglo XIX cuando los nuevos principios derivados de la Ilustración y de las revoluciones democráticas propiciaron la accesibilidad de la enseñanza y la cultura para todos. Aparecen así las primeras bibliotecas públicas modernas. Ya en nuestros días, en la llamada era digital, con cambiantes y urgentes expectativas sociales, las bibliotecas se ven frente a importantes desafíos que requieren soluciones innovadoras y colaborativas en cuanto al acceso a todo recurso informativo, a la vez que también deben ofrecer soluciones imaginativas a los retos sociales a los que se enfrentan.
En Canarias las colecciones de libros estuvieron durante mucho tiempo en estanterías ubicadas en salas de instituciones eclesiásticas (obispado, Seminario Conciliar, conventos, Universidad Agustiniana de La Laguna, etc.) y en estancias de edificios particulares de la clase social más favorecida (aristocracia y burguesía mercantil). A partir de la mitad del ochocientos, los centros de lectura fueron poco a poco diversificándose, tanto hacia las novedosas sociedades culturales y recreativas (gabinetes literarios, casinos, clubes literarios, museos, etc.) como hacia los nuevos centros educativos (institutos, colegios, escuelas técnicas de náutica y comercio, etc.). A finales del XIX, dotadas con fondos provenientes de variada procedencia (desamortizados, particulares, sociedades, etc.), aparecieron las primeras bibliotecas públicas en nuestras principales ciudades. Durante todo el siglo XX, a impulsos y no de forma constante, estas bibliotecas públicas fueron asentándose, a la vez que se creaban otras nuevas. En la actualidad mucho se ha mejorado, aunque todavía hay bastante trabajo que realizar.

Las capitales canarias cuentan hoy con un amplio abanico de variadas bibliotecas, la mayoría funcionando en red. Con la Ley 5/2019, de 9 de abril, de la Lectura y de las Bibliotecas de Canarias, primera en la historia del Archipiélago en este campo, las bibliotecas se enfrentan a un momento de transición hacia nuevos modelos de servicios. Son lo que siempre han sido: lugares de difusión y salvaguarda del patrimonio cultural; aunque para algunos son el lugar donde madres y padres pueden leer los primeros cuentos a sus hijos; para otros, el sitio donde estudian y realizan trabajos los estudiantes; o un lugar donde cualquiera puede llevarse prestados libros, discos o “pelis”; también pueden ser el lugar donde acceder gratuitamente a Internet o efectuar cualquier tipo de investigación; o el lugar en el que disfrutar de cualquier tipo de actividad cultural propuesta (clubes de lectura, cuentacuentos, charlas, presentaciones literarias, audiciones comentadas, ciclos de cine, etc.). Pero las bibliotecas son todo eso y mucho más. Son lugares abiertos a todo el mundo, donde ciudadanos de cualquier condición pueden confluir en intereses y donde se pone en práctica, sin cortapisas, el sano ejercicio humano de compartir conocimientos.
Si quieres conocer algo más sobre las bibliotecas de nuestras capitales sólo tienes que acceder a los siguientes enlaces:
Las Palmas:
Biblioteca Insular, de Manuel Ponce de León y Falcón y Fernando Navarro
Biblioteca General de la Universidad de LPGC
Biblioteca Pública del Estado en Las Palmas
Biblioteca Pública Municipal Dolores Campos Herrero
Biblioteca Pública Municipal Cueva Torres
Biblioteca Pública Municipal de Jinámar “Jane Millares Sall”
Biblioteca Pública Municipal de La Isleta
Biblioteca Pública Municipal de Lomo los Frailes
Biblioteca Pública Municipal Isabel la Católica
Biblioteca Pública Municipal Josefina de la Torre
Biblioteca Pública Municipal Néstor Álamo
Biblioteca Pública Municipal Pepe Dámaso
Biblioteca Pública Municipal San Juan
Biblioteca Pública Municipal Tres Palmas
Biblioteca y Centro de Documentación del CAAM
Santa Cruz de Tenerife:
Biblioteca Municipal Central de Santa Cruz de Tenerife
Biblioteca Pública del Estado en Santa Cruz de Tenerife
Biblioteca Pública Municipal Federico García Lorca
Biblioteca Pública Municipal José Saramago